jueves, 24 de octubre de 2024

9) Lecce, la Florencia del sur

Su consideración como una joya barroca es la causa de que Lecce sea calificada de segunda Florencia, pero eso sucede en una ciudad que muestra igualmente importantes restos romanos al aire libre en su plaza central. Todo esto y más es Lecce, ciudad a la que dedicamos la última excursión de estas dos semanas conociendo Campania y Puglia. Está ubicada casi en el punto más al sur del tacón de la bota de Italia.

Iglesia de Santa Clara, ejemplo destacado del barroco (finales del XVII)

La construcción de este templo fue encargada a finales del siglo XV, pero la iglesia que ahora podemos contemplar es fruto de su restauración casi completa a finales del XVIII. Su fachada es convexa y dividida en dos partes por una moldura, y en la reforma perdió el frontón superior. Columnas, hornacinas y tallada en la piedra exterior el año en que finalizaron los trabajos: 1691.

Anfiteatro romano de Lecce, visible solo la parte no cubierta con edificios
A solo doscientos metros de esta iglesia, en la plaza de San Oronzo, la principal, se encuentra el anfiteatro romano, del que solo una tercera parte es visible ya que el resto fue tapado con edificios. Este contraste es una muestra de lo que Lecce ofrece al visitante. Eso sí, destaca sobre todo lo demás la enormidad de la obra artística barroca que ha convertido a Lecce en uno de sus principales escaparates.

Respecto al anfiteatro, fue descubierto en fecha tardía, en el año 1900, con motivo de obras en la plaza. De forma elíptica, con 102 por 82 metros, se calcula que podía acoger de 15.000 a 25.000 espectadores, según la fuente que se utilice. Data del siglo II de nuestra era y en la actualidad se encuentra encajonado entre inmuebles y con dos tercios de la estructura bajo la plaza y los edificios adyacentes. Y por lo que vimos el día de la visita, siguen los trabajos en el recinto, vallado casi en su totalidad.

Palacio del Seggio o Sedile, pegado al anfiteatro romano

Al lado del anfiteatro, posiblemente encima de la estructura romana, se encuentra una curiosa construcción, el Palacio del Seggio, conocido por los vecinos de la ciudad, los leccesi. como Sedile.
Data de 1592 y fue el corazón de la urbe durante muchos años.
El palacete es ahora un centro cultural y de información turística
Gótico renacentista, es un cubo abierto apoyado en cuatro columnas y dividido en dos zonas, la baja y de mayor tamaño, con un arco ojival, y pequeños arcos redondos en la superior. Se construyó para servir de sala de reuniones y audiencias de los ilustrados de la época. Después se utilizó como ayuntamiento, pero en la actualidad es sede de exposiciones de arte. Como curiosidad, en uno de sus laterales conserva una inscripción en español en la que el rey Carlos de Borbón agradece a la ciudad en 1744 el envío de unas vasijas con aceite de oliva.

Muro que rodea un lateral del castillo de Carlos V
Tras un paseo por la plaza central (anfiteatro, palacio del Seggio) nos dirigimos al castillo de Carlos V, construido entre 1539 y 1549. 


Para llevarlo a cabo se derribaron una antigua edificación medieval, un monasterio benedictino y otros inmuebles.

Patio del castillo
Tiene planta trapezoidal y su uso actual es cultural y museístico. Conserva una parte de sus estructuras medievales, pero decidimos seguir viendo la ciudad dejando de lado su interior.

Recreación del castillo en un dibujo del Museo Histórico de la ciudad
Sus cuatro torres se aprecian bien en este dibujo, detallado y preciso, que pudimos ver en el Museo Histórico. Estaba rodeado de un foso con puente levadizo, hoy desaparecido. y lo que queda del castillo pasa bastante desaparecido paseando por la ciudad, ha perdido el empaque militar que debió exhibir en su momento.

Aproximación a lo que pudo ser el anfiteatro romano
Del castillo retornamos a la zona más céntrica, donde nos encontramos con el Museo Histórico, que visitamos (3,5 euros) a pesar de que toda una planta estaba cerrada al público por obras. Este centro municipal resultó modesto por su contenido pero instalado en un edificio muy cuidado. Cuenta con varias salas de historia, en las que destacan litografías del Lecce antiguo, como la del castillo o esta del anfiteatro.



Había también unas salas culturales y una exposición temporal, que nos llamaron bastante menos la atención

Escultura de una banda de música en el museo
Monumento a Giordano Bruno, junto al Museo Histórico

Al salir del museo, mientras el grupo se reunificaba, descubrimos a pocos metros una plazoleta presidida por la estatua de Giordano Bruno, un erudito que profundizó en numerosas disciplinas: astrónomo, filósofo, matemático y también poeta. De Bruno se recuerda sobre todo su terrible final: acusado de herejía, fue quemado vivo a los 52 años por la Inquisición romana. 

Sacerdote dominico y doctor en Teología, sus problemas empezaron cuando se negó a tener imágenes de santos en su celda, se le abrió otro proceso por recomendar a un novicio que dejara de lado un libro sobre la Virgen, también se le acusó de defender la herejía arriana, por lo que huyó del convento sin esperar al final de la causa.

Marchó a Roma y posteriormente, por miedo a su captura, pasó a Francia y estuvo varios años en ese país y también en Inglaterra y Suiza. Regresó a Venecia y finalmente fue detenido, encarcelado durante ocho años y ejecutado vivo en la hoguera. Su proceso lo dirigió Roberto Belarmino, canonizado por la Iglesia en 1930, y que años después se encargaría también del proceso contra Galileo Galilei, un figura.

Calle que lleva a la plaza del Duomo y el Seminario
Tras el museo, el castillo y la plaza del anfiteatro y el palacio del Seggio, nos dirigimos a la zona barroca por excelencia, comenzando por la plaza de la Catedral. Al aproximarse por la calle que lleva a la plaza se divisa un panorama arquitectónico espectacular, bellos edificios de piedra y un conjunto de gran armonía.

Catedral de la Asunción de Santa María, configurada con dos fachadas
La plaza tiene unas dimensiones enormes, por supuesto peatonal y suelo de losas de piedra. El templo data del siglo XII, pero en el XIII fue reconstruido y en el XVII y totalmente restaurado y reconvertido en un recinto barroco lo que antes era un templo románico.

Campanil de la catedral
La idea de las dos fachadas buscaba que quien llegara a la plaza de la Catedral no se encontrara con una pared desnuda de frente, si no ante un elemento de interés. Tiene tres naves, un altar mayor de mármol llamativo (además de otros once) y unas escaleras laterales que permiten descender a la cripta, del siglo XVI, con nada menos que 92 columnas.

Campanario de la Catedral
En la reforma que transformó la catedral en una basílica barroca se le dotó también de un impresionante campanario de 68 metros de altura y cinco plantas que se van estrechando. El responsable de ambas actuaciones fue el arquitecto Giuseppe Zimbalo, autor de otros muchos trabajos en la ciudad. Desde lo alto del campanario se dice que en días soleados puede verse la costa de Albania, pero nosotros no subimos.

Sorprendentemente, Lecce no ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad.

Seminario de Lecce, hoy museo y biblioteca

Construido en los años finales del XVII y primeros del siglo siguiente. Se basa en el convento de los Celestinos, y destaca por sus numerosas ventanas decoradas. Actualmente es la sede del Museo Diocesano de Arte Sacro y la Biblioteca Inocenciana, por el papa Inocencio XII, que fue obispo de Lecce. Cuenta con más de diez mil volúmenes, algunos de los siglos XV y XVI. 

Impresionante iglesia de la Santa Cruz
Varios miembros del grupo adquirieron el bono para visitar una serie de monumentos barrocos, entre ellos la Catedral, el patio del palacio episcopal, la iglesia de Santa Clara, cuya imagen abre esta entrada, y también la de la Santa Cruz, por el precio de 11 euros.

Su construcción comenzó en fecha temprana, 1353, pero los trabajos no finalizaron hasta 1549, dos siglos después. Fue completada en 1695 y está considerado el primer edificio barroco de la ciudad. Es un ejemplo de estilo sobrecargado de adornos y destaca su rosetón. Su interior también está sobrecargado aunque es más racional. Como curiosidad, el interior de este templo hay nada menos que 16 altares.

Puerta Rudiae, acceso al casco histórico
La Rudiae es la más antigua e interesante de las tres puertas por las que se accede a la parte histórica de Lecce. Construida sobre otra puerta que se derrumbó a finales del XVII, fue reconstruida en 1703 y consta de un solo arco flanqueado por dos columnas y arriba los bustos de los míticos fundadores de la ciudad.

La parte del grupo que no visitó los templos barrocos llegó paseando a este punto y atravesó la puerta Rudiae. En el exterior de lo que era la muralla aparece la ciudad nueva, bien distinta, y desde una terraza próxima descansamos un rato contemplando esta bella puerta.

Llamativo balcón en la calle Giuseppe Palmieri
Muy cerca de aquí, en la calle Giuseppe Palmiere, este bello balcón llamó nuestra atención.

Puerta de la iglesia de Santa María del Sufragio
Al igual que la puerta de este templo.

En el restaurante Gusto Liberrima, también una importante enoteca
Una vez reunidos los ocho integrantes del grupo, buscamos y encontramos donde comer. Elegimos Gusto Liberrima, y fue un acierto. Comimos bien en un edificio de apariencia medieval. La entrada es una tienda de vinos con numerosas referencias, en las que el comensal elige directamente el vino que va a degustar. Las botellas tienen dos precios: para llevar, más barato, o para la comida, con una tarifa superior, lógicamente. Precio de la comida, sin postre y con el vino, 26 euros, muy razonable.

Chinchimonis en Lecce
Tras la comida, cafecito o chocolatito en una terraza, donde la camarera (que hablaba español decentemente, tras estudiarlo en el bachillerato) se mostró de nuevo interesada en el juego. Tomamos allí unos dulces muy ricos.



Era ya la parte final del día y tuvimos tiempo de callejear por las zonas comerciales y tiendas de la parte antigua de esta ciudad que ahora se acerca a los 100.000 habitantes.

Emblema de la ciudad de Lecce
Retornamos a la plaza de San Oronzo, descubriendo el escudo de la ciudad, una loba  cruzando una encina.


Y diciendo adiós al escudo, se lo dijimos también a esta Florencia bis que realmente nos encantó, y pusimos rumbo a nuestra casita, Podere Papilio, igualmente un trullo de primera.


Tres imágenes variadas para despedir esta crónica. La primera esta concentración de palomas todas juntitas debajo de un árbol en las inmediaciones del castillo.


Una puerta-reja moderna de bella factura,


y el omnipresente padre Pío, que tras saber de él por primera vez en el Camino de Santiago en Colmar (Alsacia, Francia) en el 2022, lo reencontramos en Sicilia y ahora también en una iglesia de Lecce. A fin de cuentas, no estábamos demasiado lejos de su lugar de nacimiento en las cercanías de Nápoles.

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