sábado, 19 de octubre de 2024

5) Alberobello, el paraíso de los "trullos"

¿Qué es un trullo? 

La cuestión empezó a rondar nuestras cabezas cuando alquilamos una casa para el viaje a la Puglia, cerca de Noci y Alberobello, que se trataba de un trullo. Hasta ese momento no teníamos ni idea, nunca habíamos oído hablar de los trullos. Ahora, al regreso, somos un poco doctores en la materia. De hecho, hemos convertido su imagen en la cabecera de este blog.

Trullos perfectamente conservados en un barrio de Alberobello

Pues un trullo es una construcción rural tradicional exclusiva de esta zona y en general de Apulia/Puglia, construido en piedra, tejado incluido, que suele tener forma cilíndrica y una parte superior cónica. Se edifica en seco, sin mortero. A las piedras se les ha dado forma de ladrillo, pero bastante aplanados los del techo. De todas las localidades donde existen, Alberobello es la que más reúne y es considerada la capital de los trullos.

Los trullos generan muchas visitas para conocerlos 

Encuentras trullos en áreas rurales, aislados, o en pequeños grupos, pero en Alberobello ocupan barrios enteros configurando un sorprendente tejido urbano. Sin duda, le ha dado a este pueblo, de poco más de 10.000 habitantes y Patrimonio de la Humanidad desde1996, una gran relevancia turística.

Listos para visitar los trullos de Alberobello

Rebobinando un poco, nosotros habíamos estado una semana en Sorrento y nuestro viaje continuó hasta Noci, donde reservamos una casa que era un precioso trullo. Para llegar allí, 350 kilómetros, Italia de lado a lado, gran parte autopista, afortunadamente. Salimos a primera hora de Sorrento tras despedirnos de Maurizio y recuperar nuestra fianza. Después de una semana de buen tiempo, esa mañana amaneció diluviando y tuvimos que retrasar un poco la partida ya que era complicado cargar las maletas.

El viaje fue bien, inicialmente nos dirigimos al aeropuerto de Bari, donde recogimos a nuestra amiga Irache. Se incorporaba para esta segunda parte del viaje, en la que el grupo pasó de siete a ocho miembros. Ya con ella, otra pequeña tirada hasta nuestra vivienda, que veréis más adelante y de la que solo adelanto que estaba genial, un trullo cinco estrellas. Y a su cargo, Silvia, una encantadora y simpática señora que además se manejaba en español. Fue muy detallosa.

Los trullos son trullos, pero cada uno a su modo, con variaciones
Por supuesto, estando tan cerca hicimos un par de visitas a Alberobello pese a que nuestro plan de actividades en la Puglia fue intenso. Quedamos sorprendidos de la belleza de las ciudades y lo interesante de la zona, que mayormente desconocíamos. Italia es una sucesión de lugares atractivos, pero áreas como Puglia quedan oscurecidas por Roma, la Toscana, Venecia, Bolonia y tantas otras. Si alguien nos pregunta, sin duda recomendaremos acercarse por aquí. 

Los trullos, amontonados, forman un conjunto diferente a cualquier otro
Alberobello es un pueblo pequeño con dos partes diferenciadas. Una más baja, con una calle principal moderna, y en uno de sus márgenes se encuentra su principal barrio trullero, tres largas calles en ligera pendiente ascendente donde todo son trullos. Se cifran en 1.500 los existentes en el pueblo.

Calle principal de Alberobello, siempre muy animada
Además de la piedra, los trullos en Alberobello están todos pintados de blanco y en perfecto estado de revista. Bastantes son residencias turísticas y otros conforman un tipo de hotel difuso con sus habitaciones (trullos) diseminadas por el vecindario.


Es habitual que estén llenos de gente, visitantes y turistas, y por ello muchos trullos son tiendas de todo tipo, talleres de artesanía y algún restaurante o bar. Hay momentos que ante lo bien colocados y cuidados que están te preguntas si no estarás en un parque temático.


Y aunque todos son trullos, similares por tanto, también son diferentes, no hay dos iguales. Y mientras paseas vas viéndolos, analizándolos y observando las variaciones entre unos y otros.

La zona de los trullos está muy cuidada y limpia
Dentro de las tiendas puedes ver su interior, mercancías aparte, y en una de ellas anunciaban como reclamo una maqueta de la zona de trullos de Alberobello.

Maqueta de los trullos de Alberobello, espectacular y un gran esfuerzo
En un local de souvenirs anunciaban una gran maqueta en su interior como reclamo. La vimos y merece la pena, el trabajo de elaboración tuvo que ser intenso. Tiene unos 3 metros por 2, data de 1987 y tardaron 14 meses en elaborarla.

Trullos con símbolos e imágenes en la cubierta, algo frecuente
Muchos trullos tienen dibujos en su tejado cónico. Esta decoración, habitual, se relaciona con un significado mágico, espiritual o incluso supersticioso. 


Buscaban tener suerte con la cosecha o para la familia.

En el campo los trullos tienen un aspecto más rural y auténtico
Fuera de Alberobello, diseminados por el campo, hay también numerosos trullos, posiblemente edificaciones más fieles y tradicionales. Si principal diferencia es que mantienen las paredes en piedra y no están tan cuidados y primorosos como los del pueblo. Se usaban como almacenes, función bastante incompatible con la belleza casi irreal de los urbanos.


Hicimos un pequeño paseo entre nuestra casa, Podere Papilio, y Alberobello, cinco kilómetros por carreteritas muy estrechas. A su alrededor encontramos numerosos trullos, algunos abandonados y otros en venta, en su mayoría precisaban una reparación.


El origen de los trullos, allá por el siglo XVI, es muy curioso. En el reino de Nápoles existía una norma por la cual el nacimiento de una aglomeración urbana exigía el pago de un impuesto. Los condes de Conversano autorizaron a sus colonos a realizar estas construcciones en seco, sin mortero, para que pudieran ser derribadas en caso de una inspección real, y por supuesto eludir el impuesto. Esta hábil solución evitaba el pago con la excusa de tratarse de construcciones precarias.

Vista de Alberobello y sus trullos desde la parte alta del pueblo
Un origen pues típicamente campesino, destinado a habitación o almacén, que hoy le ha dado una gran popularidad a esta zona. La piedra de clave de la bóveda servía para el derribo del tejado con facilidad en caso de inspección, que los labriegos se comunicaban por medio de señales de humo.

Nos servíamos de cualquier ventana para inspeccionar su interior


Un riso muy rico, con patatas y mejillones, típico de la zona
El último día nos lo tomamos con tranquilidad y planificamos la mencionada excursión a pie a Alberobello para recorrer los campos de los alrededores de la casa. Terrenos en su mayoría con olivos y cercados por largos muros de piedra en general bien mantenidos. Una vez en el pueblo, recorrimos de nuevo el barrio de los trullos y subimos a la parte alta, donde también hay muchas de estas construcciones. Allí almorzamos en una salumeria, Vino e Amore, donde ofrecían un menú cerrado de 30 euros que estuvo bien: entrante de queso y fiambres, de segundo pasta o el riso y un tercero de carne de cerdo.


LOCOROTONDO


Calle antigua de Locorotondo
Locorotondo es una pequeña población de unos 15.000 habitantes a 9 kilómetros de Alberobello. Es conocida por sus vinos, pero especialmente por la estructura circular de su casco histórico, y de hecho Locorotondo significa plaza redonda. 

Frente al Ayuntamiento
No es algo único ya que años atrás alguno de los viajeros pasó sus vacaciones cerca de Arezzo, en la Toscana, en un pueblo pequeño totalmente circular, Lucignano, una verdadera joya.


En Locorotondo pasamos solo un rato, un par de horas, callejeando por su centro histórico, en el que nuevamente había muchos visitantes (era un martes) y abundancia de españoles (muchos a lo largo de la semana). De hecho también hablamos con un grupo de Nigrán y Baiona.


Aunque existen datos de que existían pobladores varios siglos antes de Cristo, la población actual data del año 1.000.


Fue una mañana lluviosa y no teníamos otro objetivo que conocer sus calles. También tratamos de visitar su principal templo, pero en ese momento se estaba celebrando un funeral y nos abstuvimos, lógicamente.


Alrededor de la iglesia hay un dédalo de calles estrechas, blancas, peatonales, en ocasiones con atractivos balcones, escalinatas y muros de piedra.


Desde hace años Locorotondo figura en la lista de pueblos más bellos de Italia. No nos sorprendió, pero imaginamos que debe ser un listado larguísimo dadas las poblaciones de interés en este país.


A la vista de que seguía lloviendo y el callejeo se complicaba, decidimos poner ruta a la gruta de Castellana, de la que no teníamos referencia alguna. Nos la había recomendado la señora de la casa y decidimos hacerle caso. Fue un gran acierto y una verdadera sorpresa.

GRUTA DI CASTELLANA


Enorme cavidad inicial, casi un cenote mexicano con luz natural
Empezando por el principio: esta enorme gruta es un lugar impresionante, grandioso y los adjetivos que se le quieran poner. Está considerado el complejo espeleológico más grande y espectacular de Italia. La entrada cuesta 20 euros, pero nos hicieron una jugarreta y tuvimos que adquirir en paralelo el ticket para un planetario anexo (6 euros) que carecía del mínimo interés, a nivel de primaria.


Esta visita fue una buena sugerencia de Silvia, nuestra anfitriona, muy adecuada, además, para un día de chubascos continuos. La cueva mide algo más de 1,5 kilómetros, sobre 3,5 entre ida y vuelta, y su profundidad máxima son 122 metros. Se recorren de forma organizada, en grupos con guía delantero y un segundo cerrando la marcha, y es preciso andar con cuidado para no resbalar por la humedad. Pese a ello, hay patinazos.

Las fotos que ofrecemos no reflejan la grandiosidad y los paisajes subterráneos tan maravillosos que tuvimos la suerte de conocer. No está permitido hacer fotos salvo en la enorme sala inicial, donde fueron tomadas. Para hacerse una idea, lo mejor es echar un vistazo a la página web.


A partir de aquí empieza un no parar de pasillos, salas, enormes oquedades rellenas de estalagmitas y estalactitas a millares, formando conjuntos indefinibles de extrema belleza. La iluminación, cuidada, la realza.


Fueron dos horas de disfrute, encandilados, atentos a evitar resbalones. Siempre se produce alguno, pero al lado nuestro a un visitante le fue peor y dio con el rostro en el suelo: se hizo una brecha de la que salía mucha sangre. Fue atendido por empleados de la cueva. Al regresar vimos su rastro de sangre durante cientos de metros.


Esta cueva fue descubierta en 1938 por el espeleólogo Lodi Franco Anelli. Las distintas estancias que se van recorriendo tienen nombres rimbombantes, como Torre de Pisa o Duomo de Milán, pero lo más espectacular es el recinto final, conocido como Cueva Blanca, un entorno alabastrino de increíble brillantez. Aquí los visitantes quedamos pasmados, casi paralizados, hasta que la guía ordenó el regreso, que a nadie apetecía. Una pena no poder filmar o hacer fotos.


La cueva han alcanzado tal importancia que el municipio en el que se encuentran, Castellana, situado a un kilómetro, que ahora es conocido como Castellana Grotte. Una maravilla de la naturaleza y una historia interesante de como su descubridor logró investigar el trazado después de vaciar la enorme sala inicial, La Grave, de materiales de desecho acumulados a lo largo del tiempo. Se calcula que se formó hace unos 100 millones de años cuando lo que hoy es Apulia estaba emergiendo del mar. Y la nueva tierra, demasiado rígida, se fracturó, el agua se infiltró en el suelo y luego se crearon cavidades.... 

Foto de la gruta de la página oficial

Muy satisfechos, buscamos donde cenar en la vecina Noci, pero era pronto y estaban cerrados los restaurantes. Finalmente nos abrieron la Officina del Gusto, un lugar agradable donde comimos bien, atendidos por un personal amable y el precio para los ocho inferior a lo que pagábamos los siete en la zona de Sorrento, mucho más cara. Un buen cierre de jornada.


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